lunes, 1 de junio de 2009

Mitologías

Con Mario Echeverría Baleta, escritor, en la 32a Feria Internacional del libro en La Rural.

Como nacieron las flores (Leyenda Tehuelche)

Hace mucho, muchísimo tiempo, las plantas aún no tenían flores. En ese entonces vivía en el sur una bella niña tehuelche, llamada Kospi, de suaves cabellos y dulces ojos negros. Una tarde de tormenta, cuando el fulgor del relámpago iluminaba todos los rincones de la tierra, Karut (el trueno), la contempló asomada a la entrada del toldo de sus padres. La vio tan hermosa, que a pesar de que él era rústico, osco y bruto, se enamoró locamente de ella. Ante el temor de que la linda niña lo rechazara, la raptó y huyó lejos, retumbando sobre el cielo, hasta desaparecer de la vista de los aterrados padres de la chica. Al llegar a la alta y nevada cordillera, la escondió en el fondo de un glaciar. Encerrada allí, fue tanto el dolor y la pena que sintió que de a poco fue enfriándose hasta que se convirtió en un témpano de hielo, fundiéndose con el resto del glaciar. Tiempo después, Karut quiso visitarla y al comprobar su desaparición, se enfureció terriblemente lanzando bramidos de desesperación. Tanto ruido rodó hasta el océano y atrajo muchas nubes que empezaron a llover y llover sobre el glaciar hasta derretirlo completamente. Así, Kospi se transformó en agua y corrió deprisa montaña abajo en torrente impetuoso. Luego se deslizó por los verdes valles y empapó la tierra. Al llegar la primavera, su corazón sintió ansias de ver la luz, de sentir la cálida caricia del viento y de extasiarse contemplando el cielo estrellado por las noches. Trepó despacio por la raíz y tallo de las plantas y asomó su preciosa cabecita en las puntas de las ramas, bajo la forma de coloridos pétalos. Habían nacido las flores. Entonces todo fue más alegre y bello en el mundo. Por ese motivo es que los tehuelches llamaron “Kospi” a los pétalos de las flores.

El Chaltén

Una de las pocas montañas a la que le conocemos el nombre impuesto por los primitivos habitantes, es el Chaltén, llamado Fitz Roy por el hombre blanco. Este nombre significa “Azulado” ya que es el tono de color con que se lo ve permanentemente. Cuando Elal, transportado por el cisne, llegó a la cúspide del Chalten, pudo admirar desde allí la grandeza y hermosura de la tierra que sería en el futuro, su tierra. Mientras Elal descendía por las empinadas barrancas, salieron a su encuentro dos terribles enemigos, Kokesne y Shie (Frío y Nieve) a los que derrotó el héroe golpeando dos pedernales que originaron el fuego. Tanto fue el estupor, que temiendo que Elal les enseñase la forma de hacer fuego a las aves y animales, se alejaron dejándolo descender del cerro. El Chaltén, por haber sido el primer punto de contacto entre Elal y la Patagonia, es considerado sagrado.

Escrito por Mario Echeverría Baleta, escritor Patagónico.

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